Sin titulo aun

Publicado en por Andrea Capdevila

Esta es una historia en construccion :D
Esta es una historia en construccion :D

Desde que comencé a estudiar para veterinaria que tomo el colectivo al mismo horario debido a que me queda lejos la universidad y es la única manera con la cual logro ser puntual. Cada día mientras lo espero veo cruzar corriendo a un chico de una figura delgada; cabellos rizados y cortos de color castaño oscuro, ojos celestes como el cielo, alto y piel blanca. Yo, en cambio, siempre tuve el cuerpo relleno; ojos color miel, estatura mediana y la piel morena. Nunca lo salude porque mi timidez me lo impidió pero él me dio una sonrisa cada vez, sin importa qué, sin motivo alguno, y siguió su camino.
Un día como tantos mientras estaba en la parada lo aviste venía corriendo cuesta arriba-siempre iba de este a oeste- se lo veía agitado y de un momento a otro se desvaneció no muy lejos de mí y de inmediato fui a socorrerlo; se había desmayado, respiraba pero igual llame a la ambulancia que no tardo en llegar y lo acompañe para saber qué era lo que había sucedido. El doctor dijo que salió sin desayunar y que no entendía por qué, el desaforado, se fue a hacer ejercicios. Le pregunte directamente por qué no había desayunado y me contest
o:

  • no te importa, ¿quién eres? ¿Qué haces acá?
  • no sea maleducado, joven-interrumpió la enferma- esta chica lo ayudo ¿sabe?

El se limito a bajar la cabeza, yo lo observaba y sentía mi cara caliente. Finalmente recordé que tenía examen en la universidad y debía irme y le dije:

  • Me llamo Anabela, un gusto. Me alegra que estés bien, se me hace tarde. Hasta luego
  • Chau- contesto frío y rotundo

Era inevitable para mí no pensar en ese chico; si estaría bien, si tendría algún problema que lo llevo a ese estado o si yo realmente estaba preocupándome en vano. Durante unas semanas no hubo pistas de él sin embargo una fría mañana de invierno apareció tapado hasta las orejas. No me dio una sonrisa como otras veces y en mi mente se cruzo la idea de que el podría ser bipolar o estar enojado por alguna razón, lo mismo le reste importancia.
El tiempo transcurrió, continúe viéndolo de lunes a viernes seguir su rutina sin embargo los últimos días lo note muy pálido, macilento, y después de un cierto periodo sin previo aviso desapareció. En mi mente se formo un signo de pregunta y continúe afligida por ese muchacho que ni el nombre conocía. Con el pasar de los meses me fui olvidando de él y termine por creer que había dejado de hacer ejercicios o que había elegido otro trayecto, sin dudas extrañaría su sonrisa y el misterio que me producía.
Una mañana fui al hospital a donar sangre, mientras esperaba me puse a recorrer ese lugar; un tanto frío y triste, otro tanto reconfortante y acogedor. Una habitación me llamo la atención, había un joven acostado en la cama con muchos cables y bastante desmejorado en apariencia, no me tomo mucho trabajo reconocer las facciones de aquel que un día me dejo intrigada. Verlo postrado en esa cama y en esas condiciones hizo que una sensación recorra mi cuerpo y quede impactada, mas aun cuando unas lágrimas recorrieron mi cara, no sabía nada de él y aun así me producía tristeza e impotencia. Unas pisadas interrumpieron mi conmoción y frente a mí una señora se presento-supuse que era la madre-de unos 50 y pico de años; tez blanca, contextura mediana y cabellos rizados y dorados que le llegaban hasta los hombros. La señora me miro absorta y me d
ijo:

  • Buenos días ¿Quién eres?-en su rostro se dibujo una sonrisa- por casualidad ¿eres amiga de Dani?
  • Buenas, señora. No, yo no soy su amiga, solo lo conozco porque un día lo ayude cuando él se descompuso- No pude mentir
  • ¡Ah! Me extrañe porque en estos 3 meses el solo recibió visitas de la familia. Yo soy su madre de el-rodeo mis manos con las suyas-y te agradezco mucho por tu gesto
  • No hay cuidado, sucedió hace un buen tiempo pero ¿Que le paso a su hijo? ¿Se compondrá?
  • Si, el esta anémico; se esforzó mucho para ayudar a su humilde familia y comenzó a trabajar en una obra pero como somos muchos su sueldo no alcanzo para que nos alimentáramos como se debía.
  • La verdad es que yo solo lo conozco de vista pero note que se esforzaba mucho y que el último tiempo tenía cara de enfermo-le dije
  • El es un buen chico-lo decía mientras le temblaba el labio-es terco, amable y responsable. Nunca dejo de preocuparse por su familia... ¡¿por qué tiene que estar así?!- termino por romper el llanto.

Yo tenía la solución para todo eso: mi papá tenía una cadena de joyerías y podía recomendarlo, ganaría bien y de paso podría estudiar si quisiese.

  • Señora-le dije- yo puedo recomendarlo para un trabajo donde gane bien y no tenga que hacer fuerza física.
  • ¡¿de verdad?! ¡Que emoción! Muchas gracias, querida, por cierto ¿Cuál es tu nombre?
  • Soy Anabela, un gusto conocerla.
  • El gusto es mío, querida. Eres muy amable al darnos esta oportunidad.

Le pedí su número y prometí llamarla, luego me despedí. Los siguientes días no pude ir al hospital pero mis pensamientos estuvieron enfocados en la situación de ese chico al que no deseaba dejar desamparado. Los exámenes de mi carrera me mantuvieron ocupada, no quería llamarla sin antes hablar con mi padre sobre el asunto.
Una semana después de consultarle a mi padre sobre el puesto para Daniel y éste haberme dado el visto bueno decidí ir a dar la buena noticia en persona pero al llegar al hospital no encontré a nadie en la habitación de Daniel. Inmediatamente pensé en lo peor pero en recepción me avisaron que le habían dado de alta y en mi corazón sentí un alivio. No me quedo mas opción que llamar al número que me dio su madre para saber su dirección e ir hasta allá no solo a dar la buena noticia sino también a verlo porque inexplicablemente él había despertado en mi algo que aun no sabía que era pero sí sabía que iba creciendo cada vez mas y solo de pensar él. Llegue a su casa que-a comparación de la mía- era modesta y pequeña pero dentro se torno cándida y brillante. Me atendieron como si fuera una conocida de años; pude conocer a sus cuatro hermanos que eran como gotas de agua tan parecidos unos a otros como a su hermano.
<< Daniel quiero verte a ti>>- p
ensé

  • -Anabela, la única y última vez que te vi mis ánimos estaban por los suelos pero ahora, que mi hijo está bien, están por los cielos. Te presento-fue señalándolos uno a uno-a mis hijos
  • El es Mariano y tiene 8 años
  • Este es Efraín y tiene 10 años
  • Este otro es Ignacio tiene 14 años
  • Y el es Emanuel, tiene 16
  • Mucho gusto-dijo este ultimo
  • El gusto es mío-conteste
  • Mi marido falleció y lo único que dejo son deudas y dolor-dijo ella
  • Lo lamento señora.
  • Por cierto yo me llamo Estela y estoy encantada de conocerte...
  • Igualmente - la interrumpí
  • Ven, hija, que Daniel tiene que agradecerte.
  • ¿Agradecerme por qué?-todavía no había contado nada
  • Por venir a verlo, claro está.

Me hizo entrar a una habitación pintada de blanco con lunares rojos, verdes y azules, llena de posters; en ella había dos cuchetas, una mesita de luz, un televisor y una ventana. En la cama de abajo de una de las cuchetas se veía la figura de alguien que estaba acostado de costado. Estela se acerco, lo zamarreo y le dijo:

  • Levántate Daniel-al oír su nombre sentí mi corazón bailar-tienes visitas. No hagas esperar, no seas grosero.
  • Ayyyyy mama me quede hasta tarde jugando a la play- respondió sin moverse.
  • -Y a mí qué me importa-dijo Estela

Daniel-tras la insistencia de su madre-no tuvo otra que levantarse. Cuando se dio cuenta de mi presencia me miro con odio y me pregunto:

  • ¿Quién te invito a venir aquí?
  • Me invite yo misma-conteste y me sentí exasperada-¿por qué me tratas de una forma tan descortés?
  • Porque no sabes nada de mí y te metes en mi camino
  • solo te quiero ayudar porque me agradas y no sé por qué si no eres ni un poco simpático conmigo.
  • ¡BASTA YA!-interrumpió Estela-no quiero líos en mi casa.
  • Es ella la culpable, mama.
  • Tan solo vine… - se me hizo un nudo en la garganta pero continúe- para decirle a su hijo, Estela, que mi padre lo acepto para que trabaje en su empresa. No quería incomodar ni abrumar -baje la cabeza- tan solo quería ayudar.
  • Anabela me disculpo por la actitud de mi tosco hijo pero esto no se va a quedar así - se dio la vuelta a mirarlo- Ya te disculpas porque no respondo
  • Señora no quiero una disculpa que no nazca de su corazón, déjelo así.
  • Tiene que dejar su curriculum en esta dirección-deje un papel sobre su mesa de luz-después de eso lo llamaran para que vaya a la entrevista pero su puesto está asegurado.
  • Muchas gracias, Anabela. No te preocupes este chico va a hacer lo que tenga que hacer.

Al cabo de dos meses Daniel estaba haciendo un excelente trabajo. Su desempeño era tan bueno que paso de vendedor a gerente. Como su apariencia siempre fue llamativa el atraía a muchas mujeres sin discriminar edad y no porque quisiese sino porque era algo natural. Debo confesar que desde que el

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